CIUDAD DE MÉXICO.
Porfirio Muñoz Ledo, Laura Rojas Hernández y Dulce María Sauri, los tres presidentes que ha tenido la Cámara de Diputados en la actual legislatura no figuran en las listas de la elección consecutiva que, por primera vez, se dará a nivel federal.
Y aunque corresponden a formaciones políticas diferentes, el hecho de que ninguno haya sido reconocido en sus méritos para volver a ser parte de San Lázaro es señal de que la reelección se convirtió en un instrumento de control de los partidos políticos, contraviniendo la expectativa original de que ese mecanismo empoderaría a los ciudadanos en la posibilidad de calificar a sus representantes.
Así lo confirman, en sus análisis sobre este primer ejercicio de elección consecutiva, especialistas de Buró Parlamentario e Integralia Consultores, al documentar que menos de la mitad de los diputados federales que aspiraban repetir en el cargo fueron aprobados por sus partidos para volver a competir.
Pero además de no responder al propósito original de que fuera un instrumento de rendición de cuentas, la reelección legislativa vino a acentuar los vicios que caracterizan al sistema de partidos: concentración de poder, patrimonialismo en su conducción, poca transparencia en la toma de sus decisiones e incluso en el manejo de sus recursos, señala el exdirigente y exlegislador del PRD Raúl Flores García.
Mientras en el pasado inmediato, el principio de no reelección funcionó como vía para renovar cuadros, ahora esta elección consecutiva de los diputados ocurre en un sistema de partidos sin saneamiento de sus peores prácticas, plantea el exdelegado de Coyoacán.
“De manera que, ante esa tumoración, la reelección legislativa favorece la metástasis porque prolonga y acentúa los vicios partidistas”, evalúa Flores García.
UNA REELECCIóN SIN CRITERIOS CLAROS
Mireya Santillán Cárdenas, consultora de Integralia, explica que en este primer ejercicio de reelección legislativa predominó el control de los partidos sobre el proceso, ya que de los 448 diputados que enviaron su solicitud para ser postulados por el mismo cargo (89.6% del total de los integrantes de la Cámara), sólo 187 lo consiguieron, es decir, el 41.7 por ciento.
“Los partidos se convirtieron en el primer filtro para decidir, pero sin criterios claros, quién podrá reelegirse y quién no, por lo que el ciudadano sólo podrá votar por los legisladores avalados por las cúpulas partidistas y no por los demás que también querían hacerlo”, sostiene la especialista, coordinadora de investigación del proyecto Observatorio de Transparencia Legislativa y Parlamento Abierto en México (UNAM-INAI)
“Ante la ausencia de criterios claros de selección de candidatos, los partidos pudieron dejar sin posibilidad de reelección a un legislador que cumplía con su labor de representación y tuvo un buen desempeño y, en cambio, permitir que se reeligiera un legislador ausente y alejado de los intereses de los ciudadanos, pero que respondía a las necesidades del partido”, revisa Santillán Cárdenas.
Explica la consultoría de Integralia que, una de las implicaciones negativas de esta tendencia es que se incentive aún más la disciplina y lealtad de los legisladores hacia sus partidos, descuidando el vínculo con los ciudadanos. Esto, alerta, también frena la profesionalización legislativa, toda vez que el principal incentivo para garantizar una carrera parlamentaria estaría dado por la buena relación con la dirigencia partidista, y no en el mejor desempeño.
MALTRATO PARTIDISTA A LOS MEJORES
Al realizar un análisis detallado de los movimientos generados en esta primera elección consecutiva, Sergio A. Bárcena, director de Buró Parlamentario, amplia el espectro de las solicitudes a 473 diputados federales propietarios y suplentes que a finales de 2020 presentaron su carta de intención para ser reelectos, incluyendo a los que han solicitado licencia.
De ellos, las cúpulas de los partidos aprobaron 258 candidaturas, es decir, el 54% de quienes las buscaron, correspondiendo a 225 propietarios y a 33 suplentes.
Para el académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM e investigador del Tecnológico de Monterrey, este dato confirma que, el control que los partidos se reservaron en la reforma constitucional del 2014 —al dejarles a estos la atribución de definir quiénes pueden buscar la elección consecutiva— se utiliza para mantener la disciplina y el control.
“Porque el legislador no va a depender del elector, sino del partido que le quiera o no dar de nuevo la candidatura. Y ya vimos que ese poder de veto lo ejercieron ahora fuertemente los partidos, recortando a la mitad la lista”, dice Sergio A. Bárcena.
Comenta el fundador de Buró Parlamentario que sólo el 8% de los diputados que llegaron a la Cámara por el principio de mayoría relativa en 2018, ahora lograron moverse como candidatos a la lista de representación proporcional.
En cambio, 40% de los diputados que entonces accedieron a una curul de San Lázaro por la vía plurinominal, ahora fueron enviados a contender a un distrito, lo que resta sus posibilidades de reelegirse cuando se trata de espacios muy disputados.
Un caso destacado que revela el maltrato que las dirigencias dieron a sus mejores cuadros parlamentarios es el de la actual coordinadora de la bancada del PRD, Verónica Juárez Piña, a quien le aplicaron una nueva cláusula que le impidió la reelección por la vía plurinominal, aun cuando evaluaciones externas la colocan entre las legisladoras más productivas. Ahora, va de candidata por mayoría a una diputación local en el distrito 16 de Jalisco.
Pero Morena y PAN también incurrieron en el veto de sus exponentes legislativos más populares y reconocidos.
Como sucedió con el diputado Porfirio Muñoz Ledo, a quien abierta y públicamente se le negó la posibilidad de reelegirse, aun cuando se dirigió al CEN morenista para solicitarle a Mario Delgado que se le considerara.
En el caso del PAN, Laura Rojas Hernández, presidenta de la Mesa Directiva en un complicado segundo año de la 64 Legislatura, pese a haberse inscrito para la reelección y haber presentado una de las controversias constitucionales de mayor peso para la oposición, en torno al uso de la fuerza, no fue considerada entre sus prospectos plurinominales.
IGNORAN EL BUEN DESEMPEÑO
Sergio A. Bárcena, documenta incluso que los legisladores promovidos para la reelección vía plurinominal, en promedio, descendieron 2.5 lugares en la lista de candidatos en comparación a sus postulaciones en 2018.
Al respecto, el director de Buró Parlamentario considera que los partidos reservaron sus lugares más altos para sus cuotas y prioridades. Subraya que eso pasó en Morena con los 10 primeros sitios de cada circunscripción plurinominal.
Pero en ningún caso, revisa Bárcena, existe una relación entre el desempeño del legislador y la probabilidad de haber sido aceptado para reelección. “De hecho, no tiene nada qué ver. Y lo que sí tenemos como hipótesis es que los partidos no quieren que los legisladores hagan carrera parlamentaria ni que tengan una vida política propia”.
Otra hipótesis, puntualiza el doctor en Ciencia Política y miembro del Sistema Nacional de Investigadores es que por tratarse de unas elecciones competidas, los partidos utilizaron los mejores lugares de las listas plurinominales como monedas de cambio para la negociación entre sus grupos, en función de los votos que éstos podrían conseguir.
La evaluación de Bárcena reporta que el PT fue el partido con una mayor tasa de reelección, para el 72% de los diputados que llegaron a San Lázaro en 2018. Le sigue Morena con 45 por ciento. Mientras en el PAN buscarán conservar su curul el 44 por ciento.
Una de las tasas más bajas se dio en la bancada del PRI, donde sólo 3 de cada 10 diputados tendrán la posibilidad de ser votados de nueva cuenta.
El desglose de Buró Parlamentario muestra que las posibilidades de reelección se estrecharon aún más en el grupo de Movimiento Ciudadano, con una tasa de sólo 23 por ciento.
EXPERIENCIA DESPERDICIADA
Y si bien la posibilidad de la reelección por género resultó mayor en el caso de las mujeres con un 46%, al ser aprobadas 125 de las 270 solicitudes de las diputadas, según los datos de Bárcena, es un hecho que cuadros femeninos de alto perfil parlamentario no continuarán en San Lázaro en la 65 Legislatura.
Destacan los casos de Dulce María Sauri (PRI), actual presidenta de la Cámara de Diputados, y de Martha Tagle Martínez (MC), una de las parlamentarias feministas más activas y con mayor vinculación con la sociedad civil.
Si bien ambas legisladoras no se inscribieron en el registro de diciembre, también es un hecho que en ningún momento fueron convocadas por sus respectivos partidos para postularse a futuros cargos de elección popular.
Particularmente en el grupo parlamentario del PRI contrasta el hecho de que sus mejores tribunos no figuren en las listas de la reelección, destacando los casos de la actual vicepresidenta Mariana Rodríguez Mier y Terán y el principal conocedor del sector energético, Enrique Ochoa Reza, extitular de la CFE y exdirigente del partido, así como el propio coordinador de la bancada, René Juárez Cisneros.
“Es impresionante como figuras legislativas, a pesar de sus méritos, no tuvieron acceso a la reelección, mientras las cúpulas de los partidos se guardan para ellos los espacios de representación proporcional. Y tanto en las dirigencias como en el Tribunal Electoral sigue habiendo oídos sordos ante los reclamos de quienes no fueron considerados. Sólo queda esperar a una próxima reforma al sistema de partidos que incluya a la reelección como instrumento del desarrollo político y como vía de perpetuación de las élites dirigentes”, plantea el político Raúl Flores García.
Mientras esa nueva reforma se perfila, en la Cámara de Diputados algunos legisladores preparan ya una iniciativa que atiende las desviaciones que ha tomado el primer ejercicio de reelección consecutiva.